sábado, 2 de julio de 2016

Cerebro y conducta

Cerebro y conducta

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JOSÉ ANTONIO GÁMEZ El Universal
19 de febrero de 2016 11:42 PM

"El dogma central de la neuro ciencia moderna es que toda la conducta es reflejo de la función cerebral" (Kandel, Schwartz, & Jessell, 1991). Como colorario, los desordenes de la afectividad y de la cognición que caracterizan los trastornos psicóticos y neuróticos pueden ser vistos como desórdenes de la función cerebral. El cerebro está constituido por unidades individuales: las células nerviosas o neuronas, y las células de la glia. El papel de la neurociencia es explicar cómo el cerebro ordena esas unidades para controlar la conducta, y cómo a su vez, el funcionamiento de las células constituyentes, en el cerebro de un individuo están influenciadas por el entorno personal, incluida la conducta de otras personas.

La corteza cerebral es la parte del cerebro que se ha expandido más durante la evolución reciente de los primates. La neurociencia se ha encargado de ilustrar cómo grandes grupos de neuronas están organizadas dentro del sistema nervioso y cómo inclusive las conductas altamente complejas pueden estar localizadas en regiones específicas del cerebro (Kandel, Schwartz, & Jessell, 1991).

Todo este desarrollo hace que el "sistema nervioso, junto con los sistemas vascular, endocrino e inmunológico, constituyan el soporte biológico que confiere unidad funcional a los seres vivos más avanzados en la escala filogenética. Este papel integrador del sistema nervioso alcanza su máxima expresión en el ser humano, de tal manera que su investigación resulta un elemento fundamental también para una adecuada comprensión global del hombre. Como se recoge en uno de los tratados más recientes y prestigiosos sobre Neurociencia [7], de las investigaciones en el sistema nervioso, y especialmente de las del cerebro humano, se pueden esperar consecuencias en el siglo próximo tan importantes como las que en el siglo XIX tuvo el estudio de la célula o en éste ha tenido el estudio de los genes" (Rosell, S. de las Heras & Giménez-Amaya, 1998).

Neurociencia una perspectiva desde la historia

Muchos autores plantean que el establecimiento de la Neurociencia coincide con tres hechos comprobables desde la historia de la medicina. Estos hechos son: "Primero, que el cerebro –y con ello simplificamos o reducimos, el estudio de la Neurociencia a la investigación de la parte más sobresaliente del sistema nervioso central, su porción encefálica- cobró una importancia especial en el análisis biológico del hombre por su estrecha relación con los sentidos, especialmente con la vista y la audición. Segundo que su verdadero impulso como ciencia biológica emergente y con cierta independencia se realiza cuando se pueden establecer patrones comparativos ciertos entre lesiones cerebrales concretas y alteraciones funcionales en la conducta perceptiva o cognitiva del individuo. Y tercero, que la lesión de esas estructuras neurales implica también y de manera correlativa a lo señalado en el punto anterior, la alteración de funciones muy importantes –e incluso vitales- para nuestra concepción del hombre"  (Giménez Amaya & Sánchez-Migallón, 2010).

Dos visiones alternativas han avanzado sobre la relación entre cerebro y conducta

La visión actual de la neurona, el cerebro y la conducta ha emergido en el último siglo a partir de cinco tradiciones experimentales: la anatómica, la embriológica, la fisiológica, la farmacológica y la psicológica.
La disputa entre los proponentes de los campos agregados y aquellos que apoyan la conectividad celular como base del funcionamiento de la corteza cerebral puede ser ilustrada mediante el análisis del lenguaje, la más alta y ciertamente más característica función mental del ser humano (Kandel, Schwartz, & Jessell, 1991).
Las técnicas de imagenología han hecho posible ver las diferentes estructuras del Sistema Nervioso en sujetos vivos. Las imágenes del cerebros son usadas comúnmente para evaluar la actividad metabólica de regiones discretas, mientras los sujetos están ocupados en tareas concretas bajo condiciones controladas. Estos estudios proveen evidencia directa de que tipos específicos de conductas involucran regiones particulares del cerebro. (Kandel, Schwartz, Jessell, Siegelbaum, & Hudspeth, 2013)



Fuentes:

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Doke, S., & Dhawale, S. (2015). Alternatives to animal testing: A review. Saudi Pharmaceutical Journal , 23, 223-229.
Dorado, D., & Horta, O. (2014). Cambio de paradigma: un análisis bibliográfico de la literatura reciente en ética animal. Dilemata , 103-112.
Fisher, M. (2014). Is There a Need for a More Expansive Use of Ethics and Values in Reflecting on the Use of Animals in Scientific Research? Animals , 4, 643-656.
Garcés Giraldo, L., & Giraldo Zuluaga, C. (2012). Bioética en la experimentación científica con animales: cuestión de reglamentación o de actitud humana. REVISTA LASALLISTA DE INVESTIGACIÓN , 9, 159-166.
Giménez Amaya, J., & Sánchez-Migallón, S. (2010). De la Neurociencia a la Neuroética. Pamplona: EUNSA.
Kandel, E., Schwartz, J., & Jessell, T. (1991). Principles of Neural Science. New York: Elsevier.
Kandel, E., Schwartz, J., Jessell, T., Siegelbaum, S., & Hudspeth, A. (2013). Principles of Neural Science (Fifth Edition ed.). New York: Mc Graw Hill.
Pieper, J. (2010). Las virtudes fundamentales. Madrid: Rialp.
Rodríguez Yunta, E. (2007). É́TICA DE LA INVESTIGACIÓN EN MODELOS ANIMALES DE ENFERMEDADES HUMANAS. Acta Bioethica , 13, 25-40.
Rosell, S. de las Heras , A., & Giménez-Amaya, J. (1998). Neurociencia: ejemplo del abordaje multidisciplinar como estrategia eficaz en la investigación científica. Revista de Neurología , 27, 1066-1073.
Schockenhoff, E. (2012). Ética de la Vida. Barcelona: Herder.
Watanabe, M., Dezoti da Fonseca, C., & Fernandes Vattimo, M. (2014). Instrumental and ethical aspects of experimental research with animal models. Revista da Escola de Enfermagem da USP , 48, 177-183.

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